Hemogramas


El cutting es una práctica artística que consiste básicamente en provocarse autolesiones o cortes, con cuchillas o navajas, o cualquier elemento capaz de infringir daño al propio cuerpo, no estando relacionado con masoquismo o impulsos suicidas. 

Un modelo comprensivo de este fenómeno, es entenderlo como un síntoma particular, una respuesta a una necesidad en la que el medio de expresión de ello es el propio cuerpo. 

S.A.N.G.R.E. 

Vida, dolor, sufrimiento, enfermedad, herencia, SIDA, muerte. 
Color burdeos, sabor cobrizo. Herida abierta para devolvernos a la realidad. 

“Yo opto por la circulación de la sangre” (Joan Brossa)




Extracto del proyecto realizado por:

© Pol Vila Fotografía - Todos los derechos reservados.
(Post realizado con el único fin de compartir el trabajo antes expuesto, no apología a la temática.)

Vamos, déjala arder





¿No se han percatado a ustedes mismos tratando de huir de la tristeza? La verdad indiscutible es que yo sí, otra verdad igual de indiscutible es que eso nunca me rindió muchos frutos. Huir de la tristeza al menos para mí es el equivalente a correr desesperadamente tratando de escapar nada más y nada menos que de mis piernas.
Soy una persona feliz, con lapsos breves de tristeza y es esta la enemiga, eso solía pensar, ese solía ser ese mi grito de guerra y así luchaba contra esta, lo intentaba realmente, intentaba desesperadamente ganar una batalla pérdida desde el principio. ¿O acaso no están perdidos los que intentan apagar el fuego con combustible? La tristeza en mi interior fue algo que siempre trate de mitigar, de apagar, pero la tristeza necesita casi como el fuego al oxigeno la oposición para concretar su existencia, necesita la lucha perenne, en fin algo que se resista a ella. A diferencia del fuego y el oxígeno la ausencia total de resistencia no extingue la tristeza, pero sí muy por el contrario su presencia, intensifica el malestar, pues con una tristeza existente y ánimos de lucha, se sufre doblemente, se sufre la tristeza misma, y además la desesperación de no lograr tu objetivo de matarla, y de no existir ella, el ánimo de lucha producto del miedo, la hace nacer. Siempre estuvo dentro de mí, algunas veces más despierta que nunca, otras tantas dormidas pero siempre valieron no más que insignificancias para sacarla de su cueva, una acción que dolía como una traición aun sin serlo, esperanza, deseo, odio, todo confluyendo en una misma maldita cosa, en mí, yo no era una persona feliz, con lapsos de tristeza, tampoco una triste con lapsos de felicidad, yo era la tristeza misma, luchando contra sí, sirviéndose de combustible. Ya me di cuenta que luchar no sirve de nada, no tiene sentido luchar contra tu alma, luchar contra ti.  Una vez dije que me repugnaba la gente que estaba mal todo el tiempo, y era porque en ellos la veía, veía la tristeza, me veía a mí, yo me repugnaba por lo tanto ellos también, porque me recordaban lo que era. Vamos, te invito, acepta esa parte de ti, déjala arder, deja que te consuma lentamente como el fuego a un cigarrillo, que toque cada parte de ti, porque a fin de cuentas, ella eres tú, que cada vez sea peor, ocúltala del mundo a la luz del día, y en la noche súfrela a solas en tu cama, apaga la luz, llora, golpea, reniega de todo, menos de ella, porque ella querido amigo, ella eres tú. Y tal vez un día… quizás… Un día, ella, la tristeza, sea más fuerte que el miedo, que la esperanza y te ayude a tomar la decisión, vamos, déjala arder.



Por Dibujador .

"YO"




 
“Debería cambiar de camino”- Pensé

Eran las 12:30 pm y debía ir al colegio como todos los días, era un niño de 12 años, joven, ingenuo, pero sabía lo que pasaría si me iba por el mismo lugar. Sin embargo, por alguna estúpida razón ignore mis pensamientos y temblando tome el mismo camino que me llevaba a la escuela. Mientras más me acercaba a esa casa, más asustado me sentía, las lágrimas inundaban mi cara y ahí estaba él, con su mirada lasciva que tanto asco me producía, quise correr pero como siempre él fue más veloz.
   Toma galletas y ya sabes lo niños buenos no dicen nada, ¿tú eres un niño bueno?- Dijo él.
   Salí de allí con lagrimas en los ojos, se me dificultaba la respiración y casi no podía caminar.
 "Soy estúpido”- Pensé

Nunca se me hizo fácil llegar a la escuela luego de vivir casi a diario algo que poco lograba entender. El tiempo fue pasando y mi cuerpo se acostumbró al maltrato recibido.

  Fue en una noche familiar que mis padres decidieron darnos la noticia que me hizo sentir muy feliz en ese momento. Nos cambiaríamos de estado por el trabajo de papá. Me sentí realmente bien, ya no tendría que soportar lo que ese hombre solía hacerme.
  Tenía 13 años recién cumplidos, unos padres fanáticos religiosos y además homofóbicos.
   Ya para esa edad comprendía mejor los temas relacionados con el sexo, por lo que comprendía mejor que aquello que sucedió no fueron más que múltiples violaciones.

   Entré a la secundaria y todos mis compañeros comenzaban a fijarse en chicas y tener novias, yo por mi parte tenía sensaciones extrañas por uno de mis amigos.
   Supongo que en el fondo siempre supe que era diferente. Como aquella vez en la que rondaba los 7 años y decidí inocentemente robarle un beso a otro niño, acto por el que fui reprendido y casi expulsado del colegio, cosa que no entendía porque había visto a varias niñas hacer lo mismo con otros niños y nadie decía nada.

   Al cumplir 15 años ya sabía mi orientación sexual, y a pesar de la educación homofoba que me dieron mis padres, me dejaba llevar por mis sentimientos e intentaba ser feliz con eso, a pesar de saber que esos sentimientos no eran naturales, que eran una abominación y una falta de respeto para Dios. Por más que me esforzaba en ignorar todo eso nunca pude ser feliz, me convertí en un chico rebelde que sacaba malas notas, un chico que prefería quedarse fuera de la iglesia sentado sobre su skate, a pesar de las consecuencias que eso siempre traía. Robe dinero a mis padres en varias oportunidades para comprar drogas.
  Era una total decepción para toda mi familia, nadie podía creer que el "niño lindo" se convirtiera en eso.
  Sin duda la mayor decepción se la llevo mi madre aquella vez que buscándome, me encontró con mis labios unidos a los de otro chico. "Te las verás con tu padre ahora, marica". Al llegar a casa mi madre le contó a papá lo que había visto "Ya sabía yo que este era tremenda marica"- Sus golpes me hicieron alejar toda esperanza de amar de mi mente, y con cada pensamiento erótico que por ella pasaba, sus palabras resonaban en mi mente y sus golpes parecían arder de nuevo en mi cuerpo. Evitaba a toda costa enamorarme de algún hombre, tuve varias novias para aparentar y que mis padres y toda mi familia dejarán de presionarme.
   Ellos parecían haber olvidado lo que pasó aquella vez, pero nunca más me trataron como se le trata a un hijo, mi madre me ignoraba, mi padre no me hablaba y mis hermanos sentían vergüenza de mí.

   Mientras tanto yo luchaba por aparentar algo que no era, lloraba cada noche porque me sentía solo. Sabía que nunca podría amar con libertad y que nunca sería aceptado.
   Tenía un mejor amigo (E.) que siempre estuvo ahí para mi, siempre me apoyo en todo, gracias a él me aleje considerablemente de las drogas. Me hizo ver que podía contar con él siempre.

  Luego de muchas experiencias vividas, decidí afrontar mi vida y decirles a mis padres (lo tomaran como lo tomaran) que soy gay y eso nunca lo podrían cambiar, confieso que en el fondo sentía que quizás lo aceptarían, en cambio lo que pasó fue que mi padre me golpeó hasta el cansancio y mi madre me echo de casa. Como no tenía a donde ir los padres de E. me ofrecieron vivir en su casa, acepté. Es bueno destacar que el es gay y toda su familia lo sabe y lo apoyan.

  E. estaba enamorado de mí desde hacía un tiempo, pero sabía que era difícil que yo correspondiera a sus sentimientos, a pesar de que en el fondo sentía cosas por él.
  Convivir en esa casa con él y su familia se me hace muy agradable, por primera vez puedo sentir lo que es una familia.
  Mis sentimientos hacia E. comenzaron a notarse y cuando me pidió ser su pareja no lo dudé.

  Hoy tengo 21 años, sigo siendo inseguro, rebelde, agresivo, depresivo, no tengo contacto con mis padres, sigo sufriendo bullying, pero a pesar de todo eso sigo luchando por mi derecho a amar sin barreras, porque ser gay no está mal, querer a alguien no está mal, no le hago daño a nadie. Soy una persona normal, así como lo eres tú. Tengo sentimientos igual que tú, quiero ser padre algún día al igual que muchos. Y seguiré luchando hasta mi último suspiro por tener una vida normal junto a mi pareja y poder salir agarrados de la mano sin representar un "mal ejemplo" para los niños.

  La iglesia, no admite a los homosexuales, porque dice que es algo "anti-natural". En mi opinión, no hay algo más natural que el amor entre dos personas que se quieren sin importar de qué sexo sean
.


 

Por JssB.